miércoles

Viajando de madrugada


En aquellos instantes el tiempo cambio su escala, diecinueve  minutos vividos en sesenta y ocho mil cuatrocientos segundos, sirvieron de escenario para la ignición del punto de ebullición. Los choques dérmicos afloraron la consistencia, una burbuja conjugo la escena y el tiempo cedió a la trampa.

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